"Midori-san", una planta de 40 cm de alto, situada en la barra de una café en Kamakura, cerca de Tokio, publica diariamente comentarios en un blog con la ayuda de un sensor, que mide señales eléctricas y que mediante un algoritmo las traduce al japonés.
"En un principio estábamos interesados en lo que sienten las plantas y en las reacciones a lo que no podemos ver", afirmó Satoshi Kuribayashi, un investigador involucrado en el proyecto de la universidad japonesa de Keio.
La fuerza de las señales eléctricas en la superficie de Midori, son medidas por un sensor y enviadas a un ordenador situado en el café.
La máquina utiliza un algoritmo para traducir las señales, además de incorporar otros datos, para traducirlos en palabras, que son automáticamente publicadas en el blog de Midori-san (http://plant.bowls-cafe.jp/index.php)
"Hoy estaba soleado y pude tomar mucho sol...me entretuve un poco hoy", dijo el cactus, cuyo nombre significa verde en japonés, el 16 de octubre.
La última entrada en la bitácora reza: "Estaba nublado. Fue un día frío".
Kuribayashi aseguró que espera que en el futuro, el blog refleje de forma más precisa las sensaciones de Midori-san.
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"Ayer vino una rosa. La trajo una mujer que se sentó a mi lado, inquieta, anhelante, a veces me olíó como a esperanza. La rosa se estiró a mi lado y me mandó un torbellino de aroma. Por poco me mareo. La mujer no dejó de moverse en su asiento y daba como un saltito cada vez que se abría la puerta. Pidió un café y luego otro y otro más. El último ya era descafeinado. Tamborileó los dedos interprentando una melodía, primero allegro ma non troppo, luego andante y tras un buen rato se extinguió suavemente al compás de un suspiro.
La rosa vibraba en un rojo intenso que sólo había visto una vez, en el dedo de un niño que quiso cogerme. Su olor me fue inundando como la niebla nocturna. La mujer jugueteó con las chocolatinas que venían con los cafés. Las apiló, las alineó, las colocó en forma de triángulo y las recogió de un golpe para meterlas en su bolso y con un sonido gutural y agudo, cogió el bolso y se marchó.
La rosa temblaba un poco. Comenzó a tener sed y su temperatura disminuía poco a poco. Estaba nerviosa, intranquila, sentía que la savia no llegaba hasta sus pétalos. Exudé un poco de humedad por ver si reaccionaba. Pero fue inutil, fue languideciendo, temblando cada vez más suavemente. Un hombre se paró en la calle al otro lado del cristal. Miró a la rosa, tragó saliva y se marchó. La rosa ya estaba muerta cuando el camarero se la llevó junto a las tazas de café."
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"Todos los días viene una chica con su portátil y se pasa una horita escribiendo. Pide siempre un té con canela. ¡Cómo me gusta ese olor! Mmm. Pero no consigo llamar su atención. Y eso que cambio de verde y me pongo más intenso. A veces creo que me mira, pero está claro que no me ve."
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"Ayer escuché a Kuribayashi que charlaba con unos compañeros sobre una teoría de la inteligencia. Según uno de ellos la inteligencia empezó con el movimiento. En cuanto un ser tuvo que moverse para alimentarse o reproducirse se dispararon las estrategias inteligentes. ¿Eso me convierte a mi en un tonto de capirote?"