El viernes por la noche murió el abuelo de Paco, yo lo he sentido mucho porque la relación entre ellos era tan especial como la mía con mis abuelos maternos. Simplemente nos criaron. Hemos dormido con ellos miles de noches, hemos compartido anécdotas, historietas...y ahora ya no están para hacernos reir.
Manolo era Manolo, un hombre de 83 años con un afán de superación impresionante que lo demostró cuando sufrió un ictus, hace 8 años, y le dejó paralizado la parte derecha de su cuerpo. Como él era tan activo ha estado haciendo mil cosas que han hecho que se mantuviera activo, dentro de sus posibilidades.
Hace cosa de 4 años María, su mujer y abuela de Paquito (es como todos los llamamos cariñosamente) nos llamó desesperada diciéndonos que el abuelo estaba supertriste porque Luis, su perrito, había muerto y no había nada que lo consolara.
Decidimos irnos y pasar la tarde con él y ví algo que me sorprendió bastante, un hombre hundido, con el corazón encojido y que nada le hacía parar de llorar. Y digo que me sorprendió porque Manolo y María han sufrido mucho en esta vida (parecía que estaban hecho de otro material) ya que tuvieron que emigrar a Francia con 3 hijos pequeños, sufrieron la muerte de una hija de 12 años...en fin.
En muchas conversaciones salía las historietas de Luis y de su mal carácter, todo sea dico. Un maleducado y mimado perrito que conocía todo el mundo en el barrio.
El viernes cuando Manolo se reencontró con Luis y la nena (como llaman a la hija que se les murió) fuimos a recoger la cartera para entregar su DNi para el certificado de defunción y nos encontramos algo que nos emocionó mucho, una foto de Luis. Todos sabíamos el amor que el abuelo sentía por su perrito pero nunca pensamos que en su cartera iba a estar su compañero fiel.