Llegaste a nosotras porque te recogimos inextremis del zoosanitario, eras un trapito color chocolate, con dos ojos enormes, azules como el mar. Estuviste un mes ingresada, entre la vida (sí, esa que nunca fue muy benevolente contigo) y la muerte (esa novia cruel que siempre nos espera), y saliste de allí. Conforme te fuimos viendo en nuestra vida, con tu forma de ser, de dejarte hacer cualquier cosa, tanto por gatos como por humanos fuiste entrando más y más en nuestro corazón. Te fuimos dando latitas para que engordaras y dejaras de parece una marioneta cabezuda, y un día, dejaste de serlo, ya parecías una gata, con las patas deformes por haber estado demasiado tiempo tumbada, pero una gata.¿y qué decir de tus bigotes? me encantaban, eran a cachitos blancos y a cachitos marrones.
Y ahora, dulce de ojos grandes, dejas a tu Layla solita, cuando ya ella había encontrado una amiguita con la que jugar, con la que tumbarse al sol.
Que no me vuelvan a decir que los siameses lo tienen más fácil para darse en adopción, tú eras siamesa, tenías los ojos más grandes y más azules que he visto, y ayer los cerraste para siempre, sin contar con una familia a la que hacerle la croqueta, a la que ronronear porque te estuvieran acariciando.
Sally, reina mía, te recordaré con una sonrisa, la que tú me provocabas al entrar en el baño.
Sé feliz allá donde estés.