E imagino que el dueño/a del minino habrá aprendido las dos lecciones básica del tema, véase:
1) Nunca saques al gato del transportín durante el viaje si no está atado.
2) Nunca dejes NADA a la vista dentro del coche cuando pares, si no quieres que te rompan un cristal.
Al final tuvo suerte, pero bien podría haberse herido el gato con los cristales, haberse escapado con el susto, podría haber cogido el ladrón la bolsa negra y no la naranja (o las dos), y un largo etc de desastres encadenados que se pueden evitar con un poquito de sentido común. Me pregunto quién es el idiota en realidad...