La madrugada del día 17 Kika empeoró muchísimo y tuve que llevarla a eutanasiar, fue muy duro ver como estaba y no poder hacer nada mas que ayudarla a morir, mi Kikoliñas preciosa.
Cuando llegó a casa creí que no iba a vivir demasiado, muchos problemas médicos en un cuerpo tan pequeño, pero salió adelante y se convirtió en una locuela amiga de todo el mundo, era igual que fuese perro o perra, gato, niño, adolescente, adulto, viejo....ella era querida por todo el mundo, se hacía querer, al principio un poco gruñona porque debía tener miedo que la separaran de mí, pero enseguida se dió cuenta que eso no iba a ocurrir nunca, que yo no lo permitiría. Siempre detrás de mi, siguiendome por toda la casa, siempre conmigo, me la llevaba a todas partes "puesta", con tal de estar conmigo era feliz, necesitaba tan poco....
Ahora ya no está y la echo tantisimo de menos, me gustaría creer en un cielo donde me estuvieran esperando los que se me han ido, pero sé que no existe, que sólo vivirán en mi recuerdo y en el de que los conocieron.